BOMBEROS PEUMO  
 
  Bomberos Roma 22-01-2025 05:48 (UTC)
   
 
Los Bomberos de la era Romana



La influencia romana en estos días no solo es palpable en aspectos culturales, arquitectónicos, artísticos y religiosos. Los Cuerpos de Bomberos -en el mundo, y por consiguiente en Chile- heredaron una estructura organizacional propia de los primeros batallones que se utilizó durante el imperio romano, cuando por fin se decidieron sus autoridades a salvaguardar las pertenencias de la gente.
Consecuencia del mal servicio prestado por los vigilantes al desempeñar su misión de proteger a la ciudad, entre otras cosas de los incendios, y a la propia iniciativa de los privados, se da origen al primer servicio organizado de extinción de incendios con que contó la “capital del mundo antiguo”. Este, estuvo compuesto por los propios esclavos de los particulares.
Años más tarde, y algo más consientes las autoridades de las implicancias que significaba un fuego sin control, crearon las primeras cohortes (tropas o legiones de hombres) en donde se dio espacio para que participaran todos los hombres libres, de todas las edades y condiciones sociales, que así lo desearan. Aunque el sistema no fue excelente -principalmente porque adolecía de los implementos apropiados para controlar un incendio- el servicio fue innegablemente mejor que el de su antecesor.

A partir del año 70 A.C., la ocurrencia de incendios se tornó un hecho habitual, primordialmente a causa
 del uso indiscriminado de madera en las construcciones, además de la indiferencia absoluta de las autoridades por poner fin a la situación.
Este aumento significativo de los siniestros, llamó la atención de Marco Licinio Craso –influyente aristócrata y político romano- que no encontró mejor negocio que idear una empresa a costa de los incendios y creó una brigada de Bomberos, conformada por sus propios esclavos. Además, estableció un sistema de vigías en  diversos barrios de la ciudad, quiénes en caso de divisar una hoguera, lo comunicarían oportunamente a la brigada de Bomberos de su propiedad, la que concurriría con premura a sofocar el fuego.
 
 

Sin embargo, antes de ponerse en acción este servicio de Bomberos privados,  un representante de Craso compraba a un precio absurdo la propiedad que era consumida por el fuego, y también adquiría la de los vecinos de esta. En caso contrario, los Bomberos se retiraban del lugar. Transcurrido unos años, este prestamista se había adueñado de los terrenos más valiosos de Roma, adquiridos a un precio menor, los que después vendía en sumas infinitamente mayores.
Este sistema perduró hasta la muerte de Craso, el año 53 A.C., por lo que el servicio de extinción de incendios volvió a manos de las autoridades, las que, en pocas palabras, dejaron que la ciudad se ardiera libremente. Argumentaron que la falta de medios les impedía hacer algo al respecto.
Recién el año 26 A.C. vio la luz un sistema algo más eficiente y, lo más importante, gratuito. Tras la elección de Marco Ignacio Rufo como Edil, entre otras acciones, se crea un servicio de Bomberos dependiente de las autoridades, el que estaba compuesto por los esclavos públicos. La base del método de Rufo consistió en un modelo que hoy le sería familiar a cualquier Bombero: organizó varias compañías, las que distribuyó en distintas zonas.
 
El servicio funcionó correctamente, hasta que Rufo decidió retirarse de la actividad política. Evidentemente -en un acto político- su sistema fue desechado por sus predecesores, volviéndose reiteradamente a otros métodos menos eficaces.


Luego de un gran incendio en el año 7 A.C., el gobierno de Augusto estableció un nuevo sistema: dividió la ciudad en siete regiones, las que a su vez, fueron subdivididas en barrios a los que se les asignó un jefe.  Estas cabezas tenían la obligación de velar por la pronta extinción de los incendios acaecidos en su territorio.
 

La remuneración establecida para estos servidores no fue pecuniaria, ya que ellos eran “plebeyos o libertos extranjeros” (personajes con cierta influencia y acomodados). A cambio de sus oportunos servicios, se les autorizó a utilizar -en ciertas ocasiones- la toga pretexta, prenda reservada solo para los Senadores y aquellos personajes que habían alcanzado alguna alta magistratura.


Tras unos años, este sistema no entregó los resultados esperados, por lo que Augusto decidió reimplantar el método ideado por Rufo. La mantención de las denominadas cohortes (tropas de hombres), las financió suprimiendo “el subsidio concedido a los Pretores (magistrados romanos que administraban la justicia) para los espectáculos de Gladiadores, reemplazándolo por un impuesto movible de 2 a 4%, sobre la venta de esclavos”.
La importancia de la obra de Augusto, en este sentido, radicó en la preparación, inconsciente, de “la base de una organización colosal, destinada a sobrevivir al imperio, al ser imitada y conservada a través de los siglos, por todos los países del orbe”.  Tras la invasión bárbara a Europa, entre los siglos I y IV, la única parte del imperio que sobrevivió fue la de oriente, y en ella se “conservó intacta esta valiosa organización” que más tarde fuera replicada en Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña.
 
Por último, es interesante señalar que el trabajo desarrollado por los primeros Bomberos -romanos y después europeos- fue absolutamente distinto al que podría pensarse. Hasta la invención de los primeros bombines a palanca –no antes del siglo XV- los Bomberos utilizaron como materiales baldes, palas, hachas y picotas, “lo que quiere decir que su labor se limitaba a demoler la propiedad atacada por el fuego, y cuando con ello no se podía evitar su propagación, se procedía en la misma forma con las casas colindantes”.
 
Referencias bibliográficas: “El Cuerpo de Bomberos de Santiago”, Jorge Recabarren
 
 
  CUERPO DE BOMBEROS PEUMO
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 









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